BIBLIA CATOLICA

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Libro Segundo de las Crónicas

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ANTIGUO TESTAMENTO


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Capítulo 10: 2 Crónicas 10


EL REINO DE JUDÁ HASTA EL EXILIO BABILÓNICO


A partir del cisma político y religioso, que despojó a la dinastía davídica de su hegemonía sobre las tribus del Norte, los libros de los Reyes habían narrado simultáneamente la historia de los dos reinos. El Cronista, en cambio, no se ocupa más que del reino de Judá, pasando por alto en lo posible al de Israel. Según su concepción, las tribus cismáticas del Norte renunciaron a las promesas divinas, vinculadas exclusivamente a la casa de David, y perdieron el privilegio de la elección, que sólo persiste a través de Judá.


La historia de los sucesores de David y Salomón, como la de estos mismos, está centrada en el Templo de Jerusalén. El Cronista dedica especial atención a los reyes que más se preocuparon por restaurar el Templo y devolver al culto el esplendor y la pureza de los tiempos de David. Pero estos reyes reformadores -en especial, Ezequías y Josías- tuvieron sucesores infieles a la Alianza, que precipitaron el desastre, provocando la ruina del reino de David y la deportación a Babilonia.

Sin embargo, el segundo libro de las Crónicas termina con una nota de esperanza.


El Señor no abandona a su Pueblo, sino que le suscita un libertador. Ciro, rey de los persas, autoriza el retorno de los deportados a su patria y ordena la reconstrucción del Templo.


La asamblea de Siquém (933)

1 Rey. 12. 1-19


10 1 Roboám se dirigió a Siquém, porque allí había ido todo Israel para proclamarlo rey.


2 Cuando se enteró Jeroboám, hijo de Nebat –que estaba todavía en Egipto, adonde había huido del rey Salomón– se volvió de Egipto.


3 Lo mandaron llamar, y él se presentó con toda la asamblea de Israel. Entonces hablaron así a Roboám: 4 "Tu padre hizo muy penoso nuestro yugo. Alivia tú ahora la dura servidumbre y el penoso yugo que nos impuso tu padre, y te serviremos".


5 Él les replicó: "Vuelvan a verme dentro de tres días". Y el pueblo se retiró.


6 El rey Roboám fue a consultar a los ancianos que habían asistido a su padre Salomón, cuando este aún vivía, y les preguntó: "¿Qué respuesta me aconsejan dar a este pueblo?".


7 Ellos le hablaron así: "Si te comportas bien con este pueblo, si eres condescendiente con ellos y les respondes con buenas palabras, serán siempre tus servidores".


8 Pero él desechó el consejo que le habían dado los ancianos, y fue a consultar a los jóvenes que se habían criado con él y lo servían como asistentes.


9 Les preguntó: "Y ustedes, ¿qué aconsejan? ¿Qué debemos responder a este pueblo que me ha dicho: ‘Alivia el yugo que nos impuso tu padre’?".


10 Los jóvenes que se habían criado con él le dijeron: "Al pueblo que te ha dicho: ‘Tu padre nos impuso un yugo pesado, pero tú alívianos la carga’, diles esto: ‘¡Mi dedo meñique es más grueso que la cintura de mi padre!


11 Si mi padre los cargó con un yugo pesado, yo lo haré más pesado aún; si él los castigó con látigos, yo usaré lonjas con puntas de hierro’".


12 Al tercer día, Jeroboám y todo el pueblo comparecieron ante Roboám, según lo que había indicado el rey cuando dijo: "Vuelvan a verme al tercer día".


13 Pero el rey Roboám les respondió duramente; desechó el consejo de los ancianos 14 y, siguiendo el consejo de los jóvenes, les habló así: "Mi padre les impuso un yugo pesado, y yo lo haré más pesado aún; si él los castigó con látigos, yo usaré lonjas con puntas de hierro".


15 Así el rey no escuchó al pueblo, porque este era el medio de que se valía Dios para cumplir la palabra que él había dicho a Jeroboám, hijo de Nebat, por boca de Ajías de Silo.


16 Y cuando todo Israel vio que el rey no los había escuchado, el pueblo respondió:

"¿Qué parte tenemos nosotros con David? ¡No tenemos herencia comúncon el hijo de Jesé!

¡A tus carpas, Israel! ¡Ahora, ocúpate de tu casa, David!".Todo Israel se fue a sus campamentos, 17 pero Roboám siguió reinando sobre los israelitas que habitaban en las ciudades de Judá.


18 El rey Roboám envió a Adorám, el encargado del reclutamiento, pero los israelitas lo mataron a pedradas. Y el mismo rey Roboám tuvo que subir precipitadamente a su carro para huir a Jerusalén.


19 Fue así como Israel se rebeló contra la casa de David hasta el día de hoy.